Para empezar quiero partir de la idea de que el problema no es grave desde el punto de vista humano. Si el hombre consiguió sobrevivir como especie fue gracias a su capacidad de adaptación al entorno, en las condiciones que fueran. De hecho como animal tenemos que reconocer que somos francamente malos, vamos que los otros nos dan cien vueltas o así, pero como ventaja podíamos vivir donde nos diese la gana y nuestras herramientas eran mucho mejores.
Seguro que a los japoneses les entra un ataque de alegría que lo celebran durante un año, o durante el tiempo que tarden en sacar todos los cetáceos del agua, lo que ocurra primero. Que sí, que las ballenas son muy monas y todo eso, pero ¿para qué nos sirven en el mar? Para nada. Al fin y al cabo, lo de la diversidad de especies todavía no está explicado a nivel práctico. Si aún así el nivel del mar sigue subiendo, pues es el turno de los escualos, qué se le va a hacer. Seguro que los surfistas australianos lo agradecen, sus extremidades también y bañistas de todo el mundo lo considerarán como algo positivo. ¿No dicen que son de la era ternaria? Bueno, pues ya llevan mucho tiempo en la tierra, más que nosotros. Que hubieran evolucionado. Sí que es verdad que los productores de joligud perderán malvados, pero ya encontrarán otra cosa, no sé, el pez payaso gigante, que creció demasiado por algún experimento nuclear, o la estrella de mar mutante, por algún experimento genético. Si con todo esto no basta, pues que suba el nivel del mar. Yo he visto las recreaciones de Greenpeace y a mí no me parece muy mal que desaparezcan horrores como Benidorm, voy a ser sincera, prefiero una enorme playa a esa enorme acumulación de edificios, todos iguales...
El última instancia acabaríamos como los de Waterworld y la verdad es que no se apañaban mal del todo, aunque estaban locos por encontrar tierra firme, supongo que para no cambiar de nombre al planeta.
Otro problema, la superpoblación. Hay recursos para todos, pero claro, habría que gestionarlos correctamente y eso da mucho trabajo. Pues eliminemos población. Los recursos no se van a gestionar mejor, pero al menos no hay cargo de conciencia y oye, menos gente repirando es menos CO2 que va a la atmósfera, menos consumo, menos fábricas, menos automóviles, menos de todo. Para empezar habría que empezar por los lugares superpoblados o sobrepoblados, ya no sé cómo es. ¿Dónde hay más gente? La respuesta es fácil, en China y en India. Pues fuera todos. Con esta drástica reducción la población queda a dos tercios de lo que había. Si además aplicamos el razonamiento de San Agustín de Hipona, obispo y padre de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, vamos, que no es un pelagatos de morondanga, podemos liquidar a todos aquellos que fastidien un poco en la salvación del mundo. Según el santo, si es que después de leer esto se le puede considerar así, 'que importancia tiene la forma de la muerte con que acaba la vida, jamás ha muerto alguien que no tuviese que morir algún día'. (Esto deja muy mal a la Iglesia en su defensa de la vida, pero bueno ese es otro tema). Así, que si se liquida a media humanidad, que ya está sobrando, qué importa, si total tenían que morir de todas formas. Pues que lo hagan con algún beneficio para alguien. Y como la idea se me ocurrió a mí, pues que mueran los otros.
Estas dos medidas ya paliarían algo los efectos del ser humano en el planeta, lo que permitiría que nos fuéramos preparando para las catástrofes venideras, porque con eso no se solucionan, y para un mundo distinto y si esto no puede ser, pues la tercera solución será sacar una entrada en primera fila para no perderse el gran fin de fiesta que será el fin del mundo o de la humanidad, no lo tengo muy claro.