Imaginemos la situación. Un chico está haciendo los deberes y le pregunta a uno de sus padres, ‘¿dónde está Burkina Faso?’. El aludido dirá algo como ‘yo que sé, dónde lo hayas dejado, yo no toco tus videojuegos’. Pero es que Burkina Faso no es un juego, una revista, un monstruo… es un país. Claro, que no siempre se llamó así, antes se llamaba Alto Volta, que reconozco que como nombre de país era una birria, porque Volta es un río. Es como Uruguay. España es un nombre bastante chulo, no sé yo si sería igual de chulo que se llamase Alrededor del Duero o Alto Duero, porque Portugal sería Bajo Duero por el mismo procedimiento. Todo esto no quita que yo estudié un país que sí existe pero ya no es el mismo.
Este año, por razones que no vienen al caso, he tenido que repasar la Geografía política. Se me cae el alma a los pies. Porque con gran esfuerzo y dedicación, con una buena dosis de memoria que reconozco que nunca me faltó, me estudié todos los países del mundo con sus respectivas capitales. Cierto es que olvidé unos cuantos y ya no digamos las capitales, pero la información está ahí, es cuestión de refrescar. Vamos, que me he dado cuenta de que mi esfuerzo y dedicación no han servido de nada. Yo pensaba que me estudiaba los países para siempre. Pues no, craso error. Los países cambian y de qué manera.
Modelo europeo. Europa es un continente de los pequeños. Si consideramos el océano en Oceanía, es el más pequeño. Siempre me llamó la atención que siendo un continente pequeño tenía tantos o más países que otros continentes, por ejemplo América, que es enorme y tiene menos países. Pues se ve que esta reflexión sólo se me ha ocurrido a mí, porque si antes había muchos países ahora hay muchos más. Echo un vistazo al mapa y allí donde yo tenía un país me encuentro un mosaico de países, como si hubiese habido una epidemia que deshiciese los países en mil pedazos. Yo estudié Yugoslavia. Un país, una capital, pero ahora están Serbia, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia y alguno más, con sus respectivas capitales. Y aún quieren despedazarse más. O hay dos países donde sólo había uno, como Checoslovaquia, que se ve que les parecía un nombre muy largo y lo partieron en dos. De pequeña estaba la URSS. Bueno, se tenía que saber que eso era unión de repúblicas soviéticas. Y era genial, porque eliminabas mogollón de mapa de una sola vez. Pero eso fue mientras fueron amigos. Debieron enfadarse por alguna cosa porque la unión se fue al traste y ahora hay que estudiar cada una de las repúblicas. Es como si los Estados Unidos, que todo hay que decirlo, vaya no nombre, se desuniesen y hubiera que estudiar cada uno de los 50 estados. Y qué nombres. Algunos son más llevaderos. No veo yo más extraño Ucrania que Francia. Pero cuando empezamos con los Kazajistán, Kirijistán, Uzbekistán, Tarantantán… yo me pierdo, eso si no se me ha trabado la lengua primero. Me sobrepasa.
Modelo aficano. No me gusta el nombre, lo cambio por otro. Hasta cierto punto se puede entender porque es un continente en el que los nombres han venido impuestos de fuera. Pero cámbialo cuando te independices y una sola vez, que parece que se han apuntado al busque, compare y si encuentra algo mejor se me cambia de nombre. Un poco de seriedad. Yo estudié Guinea y Guinea Ecuatorial. Ahora están Guinea Ecuatorial, Guinea Conakry y Guinea Bissau. Digamos que el premio al nombre más original no se llevan, parece que sólo lo han hecho para fastidiar. Ah, los europeos, nos esclavizaron, nos explotaron. Pues ahora sus hijos nunca van a saber qué países hay en África, cuando se los aprendan los volvemos a cambiar. Rhodesia del norte y del sur. Nada, nada, esos nombres son feísimos, mejor Zimbabwe y Botswana. Así es imposible. El modelo estrella es la República Democrática del Congo. Yo lo llegué a conocer como Congo belga, que lo de belga ya es cachondeíto cuando el país llevaba años siendo independiente. Después se llamó Zaire. Poco era para sus anhelos renovadores, así que volvieron a cambiar de nombre y pasó a ser la República Democrática del Congo. Un rasgo de originalidad sin precedentes porque ya había un país que se llamaba República del Congo, con la capital justo enfrente de la suya, y casualmente con el mismo nombre del río que los separa. De todas formas no creo que sea el último cambio. He oído que pretender llamarse República Popular del Congo.
No pienso estudiar Geografía nunca más, si quiero saber algo ya consultaré Google Maps, por si hay algún cambio de último momento.
Este año, por razones que no vienen al caso, he tenido que repasar la Geografía política. Se me cae el alma a los pies. Porque con gran esfuerzo y dedicación, con una buena dosis de memoria que reconozco que nunca me faltó, me estudié todos los países del mundo con sus respectivas capitales. Cierto es que olvidé unos cuantos y ya no digamos las capitales, pero la información está ahí, es cuestión de refrescar. Vamos, que me he dado cuenta de que mi esfuerzo y dedicación no han servido de nada. Yo pensaba que me estudiaba los países para siempre. Pues no, craso error. Los países cambian y de qué manera.
Modelo europeo. Europa es un continente de los pequeños. Si consideramos el océano en Oceanía, es el más pequeño. Siempre me llamó la atención que siendo un continente pequeño tenía tantos o más países que otros continentes, por ejemplo América, que es enorme y tiene menos países. Pues se ve que esta reflexión sólo se me ha ocurrido a mí, porque si antes había muchos países ahora hay muchos más. Echo un vistazo al mapa y allí donde yo tenía un país me encuentro un mosaico de países, como si hubiese habido una epidemia que deshiciese los países en mil pedazos. Yo estudié Yugoslavia. Un país, una capital, pero ahora están Serbia, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia y alguno más, con sus respectivas capitales. Y aún quieren despedazarse más. O hay dos países donde sólo había uno, como Checoslovaquia, que se ve que les parecía un nombre muy largo y lo partieron en dos. De pequeña estaba la URSS. Bueno, se tenía que saber que eso era unión de repúblicas soviéticas. Y era genial, porque eliminabas mogollón de mapa de una sola vez. Pero eso fue mientras fueron amigos. Debieron enfadarse por alguna cosa porque la unión se fue al traste y ahora hay que estudiar cada una de las repúblicas. Es como si los Estados Unidos, que todo hay que decirlo, vaya no nombre, se desuniesen y hubiera que estudiar cada uno de los 50 estados. Y qué nombres. Algunos son más llevaderos. No veo yo más extraño Ucrania que Francia. Pero cuando empezamos con los Kazajistán, Kirijistán, Uzbekistán, Tarantantán… yo me pierdo, eso si no se me ha trabado la lengua primero. Me sobrepasa.
Modelo aficano. No me gusta el nombre, lo cambio por otro. Hasta cierto punto se puede entender porque es un continente en el que los nombres han venido impuestos de fuera. Pero cámbialo cuando te independices y una sola vez, que parece que se han apuntado al busque, compare y si encuentra algo mejor se me cambia de nombre. Un poco de seriedad. Yo estudié Guinea y Guinea Ecuatorial. Ahora están Guinea Ecuatorial, Guinea Conakry y Guinea Bissau. Digamos que el premio al nombre más original no se llevan, parece que sólo lo han hecho para fastidiar. Ah, los europeos, nos esclavizaron, nos explotaron. Pues ahora sus hijos nunca van a saber qué países hay en África, cuando se los aprendan los volvemos a cambiar. Rhodesia del norte y del sur. Nada, nada, esos nombres son feísimos, mejor Zimbabwe y Botswana. Así es imposible. El modelo estrella es la República Democrática del Congo. Yo lo llegué a conocer como Congo belga, que lo de belga ya es cachondeíto cuando el país llevaba años siendo independiente. Después se llamó Zaire. Poco era para sus anhelos renovadores, así que volvieron a cambiar de nombre y pasó a ser la República Democrática del Congo. Un rasgo de originalidad sin precedentes porque ya había un país que se llamaba República del Congo, con la capital justo enfrente de la suya, y casualmente con el mismo nombre del río que los separa. De todas formas no creo que sea el último cambio. He oído que pretender llamarse República Popular del Congo.
No pienso estudiar Geografía nunca más, si quiero saber algo ya consultaré Google Maps, por si hay algún cambio de último momento.
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ResponderEliminarOh, la toponimia, ciencia infusa y misteriosa.
Los nombres de los países hacen que den ganas de visitarlos. A mí me gustan -al revés que a ti- muchos de África, que ya, como continente, ostenta una denominación bien chula.
Guinea me suena bien. Si está tripitida, lo siento por los que estudien geografía política (por razones que no vienen al caso aunque quizá sí vienen). Todos los Zimbabwe, Zambia, Mozambique me suenan a aventura y a vitalidad.
Europa tiene los nombres más vistos y más anticuados. Como hay tantos, alguno tiene que ser atractivo. España es "Tierra de Conejos" así que tampoco es que seduzca mucho.
Llevo un par de años buscando el "Atlas de los nombres verdaderos", librito/mapita que coloca el signficado de cada lugar en lugar del nombre en sí.
Creo que, en lugar de "Tucumán" o uno de esos, pone "No te entiendo", que es lo que significa, en realidad, Tucumán y que fue lo que le respondieron los nativos a la primera pregunta que le hicieron los colonizadores. Y así con países y ciudades del mundo. ¿Encontraremos ese atlas?
Uf, ag, ya me callo. Es que me ha gustado mucho tu texto. Inspirador.
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Ya sabía yo que no me ibas a fallar.
ResponderEliminarNo te confundas, a mí me encantan los países en general y los remotos en particular. Lo que me fastidia es ese cambio continuo de nombres y espacios.
Por cierto, si encuentras ese atlas porfa, porfa, yo también lo quiero.