lunes, 14 de diciembre de 2009

Maneras muy, pero que muy drásticas de cambiar el mundo

En esta bonita semana en la que los líderes mundiales se han reunido para, como siempre, no llegar a ningún acuerdo para solucionar los problemas ecológicos del mundo, yo quiero aportar mi granito de arena. Bien es cierto, que este granito es radical a la par que desvariante, pero por ideas que no sea.
Para empezar quiero partir de la idea de que el problema no es grave desde el punto de vista humano. Si el hombre consiguió sobrevivir como especie fue gracias a su capacidad de adaptación al entorno, en las condiciones que fueran. De hecho como animal tenemos que reconocer que somos francamente malos, vamos que los otros nos dan cien vueltas o así, pero como ventaja podíamos vivir donde nos diese la gana y nuestras herramientas eran mucho mejores.
Sin embargo, llegó un momento en que dejamos de adaptarnos y empezamos a adaptar el mundo a nosotros. Así hasta hoy y ya llevamos 10.000 años, que en el cómputo total de la edad de la tierra no es mucho, pero en sí mismo creo que son demasiados años. Lo cual me lleva a pensar en si somos capaces de seguir adaptándonos. Sí, nuestro espíritu de supervivencia es enorme, pero no sé yo si nuestra parte animal no habrá medio muerto. Y lo pienso porque para mí que lo vamos a necesitar. 10.000 años estropeando el mundo, porque esto no viene de ayer a última hora, son muchos años para arreglar lo ya estropeado, sobretodo porque no hay propósito de enmienda. Denunciar sí, pero hasta ahí.
Si hacemos caso a las películas americanas, me refiero a las catastróficas, pase lo que pase, acabaremos saliendo adelante, no individualmente pero sí como especie. La tierra se va a tener que esforzar más para acabar con los seres humanos. El caso es que catástrofes hay de todo tipo y para todos los gustos, tornados, terremotos, tsunamis, meteoritos, glaciaciones, alienígenas, inundación masiva... y eso que no he visto la de 2012, que debe ser espectacular, aunque supongo que mucho fin del mundo pero fijo que alguien salva la tierra en el último momento. Con el libro El quinto día también me hice ilusiones y al final se encontró la salvación. Y cuando se dice salvar el mundo, no nos confundamos, es que se salven los protagonistas, o sea, nosotros. En fin, yo siempre he pensado que sería testigo del fin del mundo, como espectáculo tiene que ser lo más.
Puesto que los líderes mundiales no van a descontaminar lo mundial que lideran ni nada semejante, he pensado yo que podrían tomarse algunas medidas para poder irnos adaptando a un nuevo mundo, un poco más feo, más asqueroso y más raro que el que ya tenemos ahora. Eso sí, medidas más allá de drásticas, ya lo digo en el título.
Para empezar hay que solucionar el problema de la subida del nivel del mar. Ya llevan avisando desde hace tiempo de que los glaciares se derriten y por tanto sube el nivel del mar. Bien, la solución es tan evidente que no entiendo por qué sólo se me ha ocurrido a mí. Apliquemos la ley de Arquímedes:

todo cuerpo sumergido en un fluido

experimenta un empuje vertical y hacia arriba

igual al peso de fluido desalojado

Vamos que si metes algo en el agua, el nivel del agua sube proporcionalmente a lo que metes (que mal suena esto). Es decir, que si quieres que baje el nivel del agua saca cosas. Y ¿qué es lo más grande que hay en el mar? Exacto, los cetáceos. Pues fuera todos del agua.

Seguro que a los japoneses les entra un ataque de alegría que lo celebran durante un año, o durante el tiempo que tarden en sacar todos los cetáceos del agua, lo que ocurra primero. Que sí, que las ballenas son muy monas y todo eso, pero ¿para qué nos sirven en el mar? Para nada. Al fin y al cabo, lo de la diversidad de especies todavía no está explicado a nivel práctico. Si aún así el nivel del mar sigue subiendo, pues es el turno de los escualos, qué se le va a hacer. Seguro que los surfistas australianos lo agradecen, sus extremidades también y bañistas de todo el mundo lo considerarán como algo positivo. ¿No dicen que son de la era ternaria? Bueno, pues ya llevan mucho tiempo en la tierra, más que nosotros. Que hubieran evolucionado. Sí que es verdad que los productores de joligud perderán malvados, pero ya encontrarán otra cosa, no sé, el pez payaso gigante, que creció demasiado por algún experimento nuclear, o la estrella de mar mutante, por algún experimento genético. Si con todo esto no basta, pues que suba el nivel del mar. Yo he visto las recreaciones de Greenpeace y a mí no me parece muy mal que desaparezcan horrores como Benidorm, voy a ser sincera, prefiero una enorme playa a esa enorme acumulación de edificios, todos iguales...

El última instancia acabaríamos como los de Waterworld y la verdad es que no se apañaban mal del todo, aunque estaban locos por encontrar tierra firme, supongo que para no cambiar de nombre al planeta.

Otro problema, la superpoblación. Hay recursos para todos, pero claro, habría que gestionarlos correctamente y eso da mucho trabajo. Pues eliminemos población. Los recursos no se van a gestionar mejor, pero al menos no hay cargo de conciencia y oye, menos gente repirando es menos CO2 que va a la atmósfera, menos consumo, menos fábricas, menos automóviles, menos de todo. Para empezar habría que empezar por los lugares superpoblados o sobrepoblados, ya no sé cómo es. ¿Dónde hay más gente? La respuesta es fácil, en China y en India. Pues fuera todos. Con esta drástica reducción la población queda a dos tercios de lo que había. Si además aplicamos el razonamiento de San Agustín de Hipona, obispo y padre de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, vamos, que no es un pelagatos de morondanga, podemos liquidar a todos aquellos que fastidien un poco en la salvación del mundo. Según el santo, si es que después de leer esto se le puede considerar así, 'que importancia tiene la forma de la muerte con que acaba la vida, jamás ha muerto alguien que no tuviese que morir algún día'. (Esto deja muy mal a la Iglesia en su defensa de la vida, pero bueno ese es otro tema). Así, que si se liquida a media humanidad, que ya está sobrando, qué importa, si total tenían que morir de todas formas. Pues que lo hagan con algún beneficio para alguien. Y como la idea se me ocurrió a mí, pues que mueran los otros.

Estas dos medidas ya paliarían algo los efectos del ser humano en el planeta, lo que permitiría que nos fuéramos preparando para las catástrofes venideras, porque con eso no se solucionan, y para un mundo distinto y si esto no puede ser, pues la tercera solución será sacar una entrada en primera fila para no perderse el gran fin de fiesta que será el fin del mundo o de la humanidad, no lo tengo muy claro.

5 comentarios:

  1. Hombre, lo de las ballenas es muy cruel... Yo, para conseguir el mismo efecto, creo que prohibiría el baño en la playa de Benidorm.

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  2. La cosa empieza seria, luego se pone graciosa y, al final, sorprende. Con lo de las ballenas me he reído mucho y es verdad lo que decía el señor Aristóteles.

    A mí las ballenas me importan bastante menos que los superpoblantes. Lo decía no-sé-quién cuando la guerra de Yugoslavia en los 90, con cientos de simposios sobre el mamífero en cuestión y escasa voluntad de terminar con la sangría en los Balcanes. Pero no quiero tampoco quitarle importancia...

    Cómo me gustaría que te leyeran desde Copenague (¿Se escribe así?). Les entraría buen humor, se harían todos más amigos y les importarán menos sus ganancias económicas, ¿veldá?

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  3. Ay, Zara, qué bien me ha sentado ver los cuadros de Ellsworth Kelly en tu violeta + naranja. Es que ese artista es EL color: te queda muy bien. ¿Gracias?

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  4. La verdad es que a mí las ballenas me gustan, en general como todos los animales, y todos los animalitos sin excepción no tienen culpa ninguna de lo que hacemos, pero los humanos nos hemos vuelto como si fuéramos del oeste, 'pequeños (entiéndase ballenas, chinos, escualos, indios), en este planeta no hay sitio para los dos'... siempre pensamos que los que sobran son los demás.

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  5. Ay, Polo, que fácil es hacerte feliz... Por supuesto que he puesto los cuadros por ti, pero es que me gustaron y encima los encontré en los colores adecuados. ¿De nada?

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